La música de Alfredo Vilallonga con algunos temas de Tom Jones (It's not unusual), la hermosa fotografía de Teresa Medina y el montaje lleno de elipsis de Kathryn Himoff contribuyen también de manera decisiva a la creación de ese mundo de sensaciones perdidas, de afectos ausentes y de soledad compartida.
Muchos críticos han clasificado este film dentro del cine independiente americano. Según he leído, este tipo de cine surgió en los años setenta, cuando un grupo de directores comenzó a plantearse el hacer cine de una forma más personal, crítica y auténtica de lo que Hollywood venía haciendo.
Pero el cine independiente americano cuenta con un problema: dispone de pocos medios. Los protagonistas de esta película, Lili Taylor (Arizona dream, de Emir Kusturica, Uno de los nuestros, de Martin Scorsese) y Andrew McCarthy ("Este muerto está muy vivo"), no cobraron más que una cantidad simbólica. Aceptaron sus papeles a cambio de un porcentaje en las futuras ventas. Isabel Coixet declaró para elpais.com: "con todos ha habido una empatía profunda. Aunque fue muy duro todo el proceso previo, horas de discusión sobre matices, un proceso de interiorización que los actores lograron antes de rodar, porque durante el rodaje no había apenas posibilidad de repetir un plano: no había apenas dinero".
1 comentario:
Es cierto que en EEUU ocurren cosas que aquí o en otros muchos lugares no tendrían sentido..
Felicidades Pablo, entradas muy interesantes
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