martes, 30 de diciembre de 2008

Una medicina contra el mal de espíritu



Hay películas que son capaces de actuar como terapia, como medicina contra el mal de espíritu. El espectador termina reconfortado, admirando la grandeza y la bondad del ser humano; de una mujer que hunde sus pies descalzos en la hierba mullida por la lluvia y respira hondo para encajar con entereza, coraje y desolación un golpe tan cruel.

No es fácil contar una historia como la que cuenta Isabel Coixet sin que se derrumbe la narración o el espectador. Pero la directora no pretende plasmar en su película el retrato de una mujer fuerte, sino el de un ser humano que no quiere irse de este mundo sin vivir todas aquellas experiencias que, por circunstancias, no pudo vivir, y que se da cuenta de que hasta el momento ha vivido en la superficie de su existencia.

Mi vida sin mí habla de algo que todos hemos intentado imaginar alguna vez: cómo sería nuestra vida sin nosotros, sin estar ahí para vivirla, contarla. Lo que no suponíamos es que se podía contar de un modo tan delicado: escuchando canciones de amor en el interior de un coche durante una tarde de lluvia o despertándote en el sofá de una lavandería y comprobar que en frente está sentado un extraño de mirada misteriosa que ha pasado la noche contemplando en silencio cómo dormías y te tapó con su chaqueta para que no cogieras frío.

La película discurre sobre una cadencia triste, pero también resulta misteriosamente vivificadora y consoladora. Mi vida sin mí no es un melodrama, aunque su temática podría incluirla en este género. Pero no lo es, porque Coixet ahorra al espectador agonías y escenas de decadencia física. "Fue fácil hacerlo así, puesto que nos encontramos con el caso de una mujer joven, en quien el proceso de su enfermedad es muy rápido. Pero además hay en ello un propósito mío, que no quería caer en cosas lacrimógenas", declaró Coixet en la rueda de prensa de Madrid.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Morir y despertar



Ann (Sarah Polley) tiene 23 años, dos hijas preciosas, una madre que odia el mundo y un padre que lleva 10 años en la cárcel. Está casada con su primer novio (Scott Speedman), el chico que le dejó su camiseta para secarse las lágrimas en el último concierto de Nirvana. Trabaja como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día y vive en una caravana en el jardín de su madre, a las afueras de Vancouver (Canadá). Esta existencia gris cambia completamente tras un reconocimiento médico. Le diagnostican una enfermedad terminal. Le quedan dos, tres meses de vida. Desde ese día, morir y despertar se convierten en la misma cosa para Ann y, paradójicamente, se propone descubrir el placer de vivir.

Ann acude al único bar abierto de la ciudad esa misma desapacible noche de invierno. Se toma una ración de tarta de queso y un café, lo único que queda. Abre un cuaderno y apunta las cosas que quiere hacer antes de morir: cambiarse de peinado, buscarle una novia a su chico y un novio para su madre, enamorarse de otro hombre para saber lo que se siente y, sobre todo, dejarlo todo como si ella siguiera en el mundo cuando no esté.

"Cosas que hacer antes de que me muera:

1. Decir a mis hijas que las quiero varias veces al día.

2. Encontrar otra esposa para Don que les guste a las niñas.

3. Grabar mensajes de cumpleaños para las niñas hasta que cumplan los dieciocho.

4. Ir juntos a Whaleybay Beach y organizar un gran picnic.

5. Fumar y beber tanto como quiera.

6. Decir lo que pienso.

7. Hacer el amor con otros hombres para ver cómo es.

8. Lograr que alguien se enamore de mí.

9. Ir a ver a papá a la cárcel.

10.Ponerme uñas postizas. (Y hacer algo con mi pelo).”



Imagen: flickr

lunes, 22 de diciembre de 2008

Un videoblog desde Tokyo



Isabel Coixet comparte el rodaje de Mapa de los sonidos de Tokyo en un videoblog que podéis encontrar en la sección de cultura de elmundo.es.

En él, cuenta algunas anécdotas de su experiencia con la cultura japonesa, como los “Love Motels”; habla de la complicidad entre los dos protagonistas, Rinko Kikuchi y Sergi López, así como de la gran labor que están llevando a cabo. “Los actores son los mejores y los únicos que podrían hacer esos papeles”, afirma Coixet.

La directora asegura que siempre se pone muy nerviosa con el rodaje de las primeras escenas porque sabe lo importantes que son. “Sé que a veces me pongo muy borde. Seguro que hay gente del equipo que no puede tragarme, pero uno quiere lo que quiere y cuando ve que lo que quiere no sale por errores estúpidos… no puedo con las tonterías. El director tiene que vivir con la película el resto de su vida y el resto del equipo no. La película va a formar parte de quién eres, de lo que haces”.

También confiesa, incrédula, sentada en el escalón de uno de los decorados: “Todo este equipo y estos actores están aquí para encarnar esta especie de sueño que yo tuve y que partió de la fascinación que yo siento por este país y especialmente por esta ciudad. El Tokyo que sale en la película es un Tokyo real, pero también es un Tokyo inventado. No pretendo hacer un documental sobre Tokyo”. Además, confiesa que siempre termina rodando en sitios pequeños, como “en la lavandería más pequeña del mundo, en el parque de atracciones más pequeño del mundo o en el taxi más incómodo del mundo".

Coixet también habla de lo duro que resulta siempre un rodaje: “Dirigir una película es una especie de montaña rusa. Un día te parece que todo es estupendo, que todo ese sueño que tenías en la cabeza está delante de ti y se encarna en los actores; y otros días te vas a casa pensando que más vale que te retires, que no hay nada que hacer, que todo esto no tiene ningún sentido”.


viernes, 19 de diciembre de 2008

Cartas a Nora


Un día, en el metro de Barcelona, como de costumbre, Coixet hablaba con un médico del hospital Clínic sobre la enfermedad del Chagas. Se trata de una infección de origen parasitario que afecta a 18 millones de personas en América Latina. La prevención y una medicación adecuada podrían frenar esta enfermedad mortal. Pero los gobiernos no invierten suficiente en prevención y los laboratorios tampoco investigan cuáles son las medicaciones adecuadas y menos tóxicas que las que actualmente se utilizan.

Una chica boliviana se acercó a ellos para escuchar a hurtadillas la conversación. “Sé que usted hace cine”, les interrumpió la joven. Nora, así se llamaba, se ofreció a contarle su propia experiencia con el Chagas. Así nació Cartas a Nora: una joven boliviana emigra a España, concretamente a Barcelona, con la intención de poder mantener en la distancia a su familia lo más lejos posible de la miseria y de la “vinchucha”, la chinche que transmite el Chagas. Nora trabaja cuidando ancianos por las mañanas y haciendo de canguro en una familia por la tarde. Desde su país llegan las cartas –la voz en off del corto- que le informan de la enfermedad del Chagas que padece uno de sus familiares.

Cartas a Nora es uno de los cortometrajes que componen el documental Invisibles (2006), un proyecto que pretende mostrar la vida de aquellas personas que residen en nuestro olvido; un intento de cinco directores europeos (Isabel Coixet, Mariano Barroso, Javier Corcuera, Wim Wenders y Fernando León de Aranoa) de dar voz a aquellos a quienes creemos invisibles.

El documental se presentó en la sección Panorama del Festival de Cine de Berlín y consiguió el Premio Goya al mejor documental. Está producido por Pinguen Films, de Javier Bardem. Invisibles se rodó entre España, República Centroafricana, Colombia, República Democrática del Congo y Uganda.








Vídeo: youtube.com

martes, 16 de diciembre de 2008

Historias anónimas


Hace unos años, Isabel Coixet afirmaba que hacía publicidad porque del cine no podía vivir. Sin embargo, ahora sus películas son rentables. “Al final, seas el director que seas, incluso los más consagrados, eres siempre lo que es tu última obra”, declaró Coixet para elpais.com. “La ventaja es que yo hago cosas con un presupuesto moderado, que tienen un público con el que conecto bien, que vive mucho las películas, las aprecia”.

Coixet afirma que “el tiempo entre terminar y el estreno es lo peor”, tanto que durante la espera se “suicidaría cada cinco minutos”. La cineasta asegura que al ver la película en la pantalla teme percibir que “hay un trecho entre lo que uno quiere y lo que uno consigue”. Además, Coixet está tan sumida en su tarea que confiesa que durante un tiempo sus personajes son más reales que la gente con la que se cruza.

A Isabel lo que le interesan son las historias pequeñas, anónimas; aquellas escondidas en cualquier rostro o lugar; las vidas de personajes que sobreviven gracias al silencio, que van pidiendo abrazos por la calle o que pasan horas en lavanderías, recostados en una butaca y dejándose llevar por el runrún de las lavadoras mientras llueve en la calle… “Imagínate. Yo cojo mucho el metro y estoy en el andén y siempre pienso que en el de enfrente hay alguien que va a irse en dirección opuesta a la mía y que ahí hay una gran historia y nunca la encontraré… O voy por un pasillo largo y pienso que al doblar la esquina pasará algo… Lo espero siempre”.

También concede protagonismo a los pequeños detalles, a los gestos. En varias de sus películas aparece algún personaje que llega a casa, abre el buzón y recoge las cartas. “Las cartas son la promesa de algo nuevo”, confiesa Coixet. “Los mensajes que no llegan son muy importantes para mí; hay cosas que has recibido a destiempo, que han cambiado tu manera de pensar sobre una relación; mensajes de móviles que caen en manos extrañas. Oír un mensaje ajeno te abre puertas hacia un mundo que no conoces, te permite fantasear… Yo oí una vez uno de una mujer que se equivocó y, ¡ufff!, fue estremecedor”.

Fuente Imagen: 20minutos.es

jueves, 11 de diciembre de 2008

Montilla, extra en la aventura japonesa de Coixet



Bajo una intensa lluvia, Coixet y su equipo recibieron hace unos días en el set de rodaje al Presidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, en el barrio japonés de Asakusa. Carod-Rovira y Josep Huguet acompañaron al presidente en su visita a Tokio. Los tres dirigentes catalanes se convirtieron así en extras ocasionales de la película que Isabel Coixet está rodando en Tokio estos días, “Mapa de los sonidos de Tokyo”, con el catalán Sergi López y la actriz japonesa Rinko Kikuchi.

Coixet invitó a una cerveza a Montilla en un restaurante japonés tradicional del barrio, donde se encontraba grabando con más extras. Montilla se ha interesado por el argumento de la película, en la que Sergi López protagoniza el papel de un catalán afincado en Tokio que tiene una tienda de licores. De forma inesperada, su mujer se suicida y el catalán culpa a su suegro de la muerte y para vengarse contrata a Rinko Kikuchi para que lo asesine. Por su parte, la cineasta definió como “misión imposible” la causa de la visita a Japón de José Montilla: intentar retener las inversiones japonesas en Cataluña para salvar Nissan.

El rodaje durará seis semanas y está previsto que finalice a mediados de enero. En las próximas semanas, cuando Coixet termine de rodar las escenas que transcurren en Japón, todo el equipo se trasladará a Barcelona para terminar allí el rodaje.



Imagen: ADN.es

lunes, 8 de diciembre de 2008

Mirar es encontrar



Protegida por sus gafas de colores y su flequillo extralargo, ofrece un aspecto entre despistada y tierna. Suele vestir de oscuro y quienes han visitado la oficina de su productora, Miss Wasabi Films, la describen como un espacio diáfano donde se apilan libros y carteles de cine.

Entre rodaje y rodaje, vive en el barrio barcelonés de Gracia con su novio, un músico 12 años más joven que ella, y su hija, Zoe, que con tan sólo 11 años es una apasionada del cine, especialmente del de Tim Burton.

Además de cineasta, Isabel Coixet es licenciada en Historia, periodista ocasional (trabajó para Fotogramas y publica columnas en El Periódico de Catalunya) y comenzó a trabajar en publicidad desde los 18 años. Siempre ha confesado la gratitud que siente hacia sus padres por haberle inculcado el amor haci el cine y los libros. Pero a Coixet le ha costado alcanzar el éxito. Con su primera obra, Demasiado joven para morir viejo, estuvo a punto de tirar la toalla. Casi se arruinó antes de lograr que alguien viera sus siguientes obras.

John Berger (Maneras de ver, 1974), escritor británico y a la vez amigo suyo, afirma que al cine le faltaría un pedazo sin ella, esa mirada especial y doméstica que la caracteriza. Y es que las películas de Coixet son muy teatrales, con poco reparto, como ella misma declaró al respecto en una entrevista concedida a Elpaís.com: “’Cuanto menos bulto, más claridad, ése es mi lema!”. Isabel asegura que Berger es una de las personas que más le han influido y que más admira en el mundo. Él le enseñó que “mirar es encontrar”.


viernes, 5 de diciembre de 2008

“Me asustaré mucho cuando averigüe por qué hice la película”


Isabel Coixet rodó “Cosas que nunca te dije” en un pueblo del estado norteamericano de Oregón y el rodaje duró apenas cuatro semanas. La directora explicó a elpais.com en su día por qué decidió rodar el film en Estados Unidos: “Creo que desde que escribí el guión supe que pasaba allí: aquí no tienen mucho sentido ciertas cosas que ocurren en la película. Y además encontré actores muy profesionales, dispuestos a rodar por poco dinero y a trabajar muy duro”. Finalmente, y aunque costó, la película obtuvo la nacionalidad española.

La música de Alfredo Vilallonga con algunos temas de Tom Jones (It's not unusual), la hermosa fotografía de Teresa Medina y el montaje lleno de elipsis de Kathryn Himoff contribuyen también de manera decisiva a la creación de ese mundo de sensaciones perdidas, de afectos ausentes y de soledad compartida.

Muchos críticos han clasificado este film dentro del cine independiente americano. Según he leído, este tipo de cine surgió en los años setenta, cuando un grupo de directores comenzó a plantearse el hacer cine de una forma más personal, crítica y auténtica de lo que Hollywood venía haciendo.

Pero el cine independiente americano cuenta con un problema: dispone de pocos medios. Los protagonistas de esta película,
Lili Taylor (Arizona dream, de Emir Kusturica, Uno de los nuestros, de Martin Scorsese) y Andrew McCarthy ("Este muerto está muy vivo"), no cobraron más que una cantidad simbólica. Aceptaron sus papeles a cambio de un porcentaje en las futuras ventas. Isabel Coixet declaró para elpais.com: "con todos ha habido una empatía profunda. Aunque fue muy duro todo el proceso previo, horas de discusión sobre matices, un proceso de interiorización que los actores lograron antes de rodar, porque durante el rodaje no había apenas posibilidad de repetir un plano: no había apenas dinero".


En la cuidada fotografía de la película está muy presente el creativo lenguaje publicitario que Coixet acostumbra a emplear en sus anuncios. La cineasta pasó tres años reescribiendo el guión y montando la producción junto con otro publicista, Lluís Miñarro. Y, sin embargo, tras todas las dificultades que se le presentaron para sacar adelante este fabuloso proyecto, confesó: “Lo que sí tengo claro es que me asustaré mucho cuando averigüe por qué hice la película”.

lunes, 1 de diciembre de 2008

"¿Qué voy a hacer ahora?"

Ahora que conozco toda la filmografía de Isabel Coixet y tras el segundo visionado de “Cosas que nunca te dije” –descubrí la película por casualidad hace tres años-, puedo apreciar la evolución de su lenguaje cinematográfico. En este film están presentes la mayoría de los temas, conceptos, emociones y lugares a los que la catalana ha recurrido en sus películas posteriores: la soledad, el amor, escenas que transcurren en supermercados, habitaciones sombrías, días lluviosos o lavanderías en las que los personajes coinciden y mantienen conversaciones trascendentales o cotidianas.

Hay una escena muy especial de la película que transcurre en plena calle y bajo un cielo, como siempre, gris. Don, uno de los dos protagonistas, aparece en el interior de su vehículo, esperando reiniciar la marcha en una larga fila de coches y comienza a cavilar. A continuación, se muestran uno por uno los pensamientos del resto de conductores de la larga cola, todos banales e intrascendentes. Pero al final de la fila está Ann, la otra protagonista, que se pregunta exactamente lo mismo que Don: “¿qué voy a hacer ahora?”.

Pero no sólo la tristeza y la soledad están presentes en el film; también el humor. Incluso en el trailer de la película y en el final, tan desconcertante como esperanzador. El dolor que se muestra en la película está encarnado por personajes solitarios, desencantados, por personas que han sido abandonadas por alguien que les hacía sentir especiales, importantes; alguien en el mundo. Pero estos personajes, como es el caso de un transexual o de un vecino que ama en secreto a Ann, aparecen con frecuencia en escenas de humor, tal vez intencionadamente, con el fin de suavizar la atmósfera melancólica en que está envuelto el film y para abrir las puertas a la esperanza.

La película se apoya en la anécdota cotidiana, en la torpeza de los diálogos corrientes y graciosos para ahondar en los sentimientos. Es admirable el modo en que los pensamientos cobran voz propia en el film y podemos escuchar los sueños, inseguridades y deseos de los personajes, e incluso reconocer en ellos los nuestros.

“Cosas que nunca te dije” es una historia agridulce que habla de qué se siente al ser infeliz, al estar solo, al no tener a nadie a quien pedir ayuda. O de por qué a veces es necesario llorar y nos resulta imposible sonreír; de por qué en ocasiones necesitamos algo aparentemente tan simple como un abrazo.


Trailer:



Fuente vídeo: youtube.com

martes, 25 de noviembre de 2008

Las cosas más importantes: las que nunca se dicen



Hay muy pocas películas que hablen de lo que realmente es el amor. Una palabra que abarca un sinfín de emociones y sentimientos; algo tan misterioso que nadie sabe cómo definir con exactitud. Pero Isabel Coixet supo transmitir su concepto del amor con sincera y poética sencillez en este triste y melancólico film sobre las cosas más importantes: las que nunca se dicen.

Los protagonistas de esta película, Ann (Lili Taylor) y Don (Andrew McArthy) son dos jóvenes que viven en la soledad de sus pensamientos, que han perdido la ilusión por vivir y la autoestima. Viven en una apatía que les impide sonreír, que les no les permite luchar para seguir adelante.

Don trabaja por las noches en el Teléfono de la Esperanza. Está acostumbrado a escuchar problemas de personas anónimas. Necesita saber que los demás tienen problemas más graves que los suyos para olvidarse un poco de su vida, para saber que no es el único que está solo. Ha perdido la fe; sólo tiene una vida a la que no encuentra sentido y miles de preguntas sin respuesta.

Ann es dependienta en una tienda de fotos. Su novio la deja y, muy deprimida, intenta suicidarse. Se odia a sí misma por tener que cargar con sus pensamientos en silencio, por no haberle dicho lo mucho que significaba para ella, por todas aquellas veces en las que dio por sentado que él sabía que lo amaba. Sin él, se siente una más, sin nombre ni cara. Pero ahora es demasiado tarde. Aun así, le envía unas cintas de vídeo donde le cuenta todas aquellas cosas que nunca le dijo. Tras salir del hospital, telefonea a un número que le dio su psiquiatra. Don está al otro lado del hilo.

El destino cruza sus caminos y hace que se conozcan en un intenso y silencioso momento. Pero ella nunca sabrá que Don, a quien conoce más tarde en la tienda de fotografía, fue la persona con la que habló por teléfono, aquella a la que desveló sus sentimientos, aquella con la que compartía sueños sin tener la certeza de que existiera. Desde una cabina, en aquella noche gris y lluviosa, Ann le confiesa:

Creo que la fe es injusta. Me parece muy injusto que algunas personas tengan fe y otros no la tengan. Cuando somos felices no nos damos cuenta. Eso también es injusto. Deberíamos vivir la felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en los momentos que nos haga falta pudiésemos coger un poco. Que fuera como recambios para cuando la necesitáramos, como los cereales en la despensa...

Finalmente, Ann le hace a Don una pregunta que le desconcierta: "¿sabes qué es el amor?".










Vídeo: Youtube

lunes, 24 de noviembre de 2008

Comprometida con la causa feminista



“A todas aquellas mujeres que me prestaron su dolor, su ira y sus lágrimas y que yo luego llevé a la pantalla”. Estas fueron las palabras que Isabel Coixet dedicó en el Auditorio Nacional de Música de Madrid cuando recogió el Premio Mujer Europea 2006, concedido por la Unión de Mujeres y patrocinado por el Parlamento Europeo y el Instituto de la Mujer.

El objetivo de este galardón es reconocer a una mujer europea una labor que contribuya a la construcción de la mejor Europa posible en alguno de los ámbitos que representa nuestra sociedad, ya sea el social, económico, artístico, científico o político. Y uno de los logros y rasgos distintivos de Coixet es precisamente su compromiso social y su capacidad para narrar problemas de la mujer, presentes en sus films siempre con una inteligente sensibilidad.

“Ser mujer europea hoy”, declaró Coixet, “es un gran desafío, porque se trata de cómo ser distinta y única entre iguales. Creo que es necesario respeto y tolerancia para poder cruzar los puentes, para que en vez de separarnos nos unan”.

El jurado estaba compuesto por diferentes personalidades europeas y otorgó este premio a la cineasta catalana en reconocimiento a su brillante carrera profesional, valorando sobre todo su último film por aquel entonces, “
La vida secreta de las palabras”. En palabras del jurado, esta película “aporta algo nuevo y esencial en la construcción de Europa al denunciar las violaciones de mujeres bosnias, por lo que es un ejemplo de solidaridad entre los ciudadanos europeos”. Este film de Coixet tuvo como base las investigaciones de la ONG danesa Internacional Council Rehabilitation Council for Torture Victims. En él, Sarah Polley interpreta a una mujer bosnia que trata de escapar de su terrible pasado.

Una vez más, Coixet demostró su valía.
Fuente imagen: Terra.es

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Una lección de humildad y paciencia



A pesar de haber estado escribiéndose durante veinte años tras la Segunda Guerra Mundial, nunca llegaron a conocerse realmente. Una neoyorquina inteligente, culta y solitaria y un inglés reservado, meticuloso y especializado en obras raras, a quien ella pide que le envíe los libros que no logra conseguir en su ciudad. A través de su correspondencia, se van desvelando las vidas de los dos protagonistas, creándose una relación en la que jamás se nombra la palabra amor, pero que vincula a estas dos personas de una forma profunda, más que ese océano que les separa y que ninguno de los dos es capaz de cruzar. Es la historia de dos almas solitarias unidas por la pasión por la lectura, por esa ventana hacia otras vidas que nunca nos dejan de fascinar. Una historia en la que la vida tiene la última palabra en el destino de los personajes.

Isabel Coixet reconstruyó hace un par de años esta relación en su debut como directora de teatro. Se trata de una adaptación de la novela de la norteamericana Helene Hanff, “84, Charing Cross Road”. La cineasta estrenó esta obra en valenciano en la ciudad de Girona en octubre de 2005 y estuvo de gira por toda España casi dos años. Esta obra de Helene Hanff, que tenía como protagonistas a Carme Elías y a Joseph Minguell en la adaptación de Coixet, ya ha sido adaptada al teatro en varias ocasiones y también al cine en el film “La última carta”, protagonizada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins.

En una noticia publicada en terra.es durante la gira de la pieza teatral, Isabel contó que esta obra transmite “el paisaje de los sentimientos ocultos, del amor como proyección, de las cosas que no se dicen porque no necesitan decirse, de la soledad como vocación”. Según Coixet, eligió esta pieza porque “está muy cerca de mis obsesiones. Quizás la película que más se le parezca sea "Cosas que nunca te dije”.

Además, Isabel Coixet afirmó que su primera experiencia como directora teatral le dio una lección de humildad y paciencia. También explicó que existe una diferencia esencial entre el cine y el teatro: “En teatro, los actores son los héroes. Y eso, para un director de cine, que somos seres muy ególatras, supone una lección de humildad, porque te haces consciente de que son ellos, los intérpretes, quienes llevan sobre sus hombros el peso de la obra”. Sin embargo, a pesar de la lección aprendida, confesó sus dudas de volver a dirigir teatro porque le pareció una labor muy dura.


martes, 18 de noviembre de 2008

Un buen comienzo

Puede que Isabel Coixet no haya alcanzado el reconocimiento internacional de directores como Steven Spielberg, Woody Allen o Clint Eastwood, pero se ha ganado el aprecio de un determinado público y críticos a través de historias cargadas a la vez de sencillez y complejidad que están muy lejos de los chistes fáciles o del cine de acción comercial norteamericano. Y tiempo al tiempo, porque la Coixet prácticamente acaba de empezar su carrera cinematográfica.

Allá por 1987, una joven Isabel Coixet obtuvo su primer galardón, el Premio Nacional de Cortometraje, por su obra “Mira y verás”. Un año más tarde, estrenó su primer largometraje, “Demasiado viejo para morir joven”, escrito y dirigido por la misma Isabel.

En 1995 dirigió “Cosas que nunca te dije”, rodada en Estados Unidos con la actriz Lili Taylor, que recibió el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cine de Praga. Además, este film fue galardonado con el Premio del Público y como mejor película. También destacan, entre otros, el Premio Ondas a la mejor dirección, el Premio Sant Jordi a la mejor película española y el Premio del Jurado de las Filmotecas Alemanas en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

Tres años más tarde, rodó un drama de amor con Monica Bellucci y Olalla Moreno, “A los que aman”, ambientado en el siglo XVIII. Este film le valió el premio a la mejor película y mejor fotografía en el Festival de Cine Latino de San Francisco y el Premi Ciutat de Barcelona del Ayuntamiento de Barcelona.

Tras este reconocimiento internacional, Isabel Coixet creó en 2003 su obra maestra, “Mi vida sin mí”, un film de bajo presupuesto. Por él, recibió nada más y nada menos que el Premio Nacional de Cine y Audiovisual que otorga la Generalitat de Catalunya, el Goya al mejor guión adaptado y a la mejor canción, el Premio Sant Jordi a la mejor película española y el Premio Ojo Crítico de Cine que concede RNE, entre otros.

En el año 2005, la cineasta catalana dirigió y escribió “La vida secreta de las palabras”, con un reparto que contaba de nuevo con Sara Polley y Leonor Watling, que ya trabajaron con Coixet en “Mi vida sin mí”. En el reparto también figuraban Tim Robbin, Julie Christie y Javier Cámara. “La vida secreta de las palabras” obtuvo el Premio del Jurado de los Premios Sant Jordi de Cinematografía, que concede RNE en Catalunya a la mejor película española. También arrasó en los Premios Goya 2006, donde recibió cuatro galardones de los cinco a los que estaba nominada: mejor película, mejor directora, mejor guión original y mejor producción ejecutiva.

Finalmente –y por el momento-, Isabel Coixet recibió el Premio Mujer Europea 2006 que concede la Unión de Mujeres, patrocinado por el Parlamento Europeo y el Instituto de la Mujer.




Fuente Imagen: ElPais.com

jueves, 13 de noviembre de 2008

La aventura japonesa de Coixet


“Las películas, como las melodías o los poemas, nacen de extraños encuentros, de asociaciones a menudo incongruentes pero siempre mágicas”. Así nació “Map of the sounds of Tokyo”, la nueva película de Isabel Coixet, cuyo rodaje comenzará el próximo 16 de noviembre entre la capital japonesa y algunas localizaciones de Barcelona.

La cineasta, en un artículo publicado en su web oficial, declara que la idea de su nuevo proyecto le llegó en el mercado de pescado de Tsukiji, en Tokyo, hace un par de años, cuando estrenó en la capital japonesa “La vida secreta de las palabras”. “Imagino que el olor de atún fresco y algas y ostras, los gritos de los subasteros, el fragor de los miles de cajas siendo arrastradas y la peculiar luz de los fluorescentes a las cuatro de la mañana tuvieron mucho que ver. O el rostro pétreo de una chica que manejaba con destreza una manguera y que se negó enérgicamente, con decisión poco habitual en Japón, a ser fotografiada por mí”.

Más tarde, en el metro, soñolienta, pensaba en esa chica y en el porqué de su negativa. Cuando cerró los ojos y escuchó la voz de la locutora que anunciaba la próxima parada en la estación de Shinjuku, supo que contaría la historia de una mujer con una doble vida: una chica solitaria, misteriosa, dura y herida. La historia de una mujer que trabaja en una lonja de pescado y que recibe esporádicamente encargos como asesina a sueldo.

Además de una protagonista solitaria y de aspecto frágil –que recuerda a los personajes interpretados por Sara Polley en “Mi vida sin mí” y “La vida secreta de las palabras”-, también aparecerán un poderoso empresario que llora la muerte de su hija y un ingeniero obsesionado con los sonidos de la ciudad de Tokyo. Se trata de un thriller que cuenta una "historia de amor que se adentra en las sombras del alma humana, allá donde sólo el silencio es elocuente". Coixet continúa en su línea de contar historias de personajes que se enfrentan a situaciones límite.

El rodaje durará tres meses y tendrá como protagonistas al catalán Sergi López (“El Laberinto del Fauno”, “Harry, un amigo que os quiere”) y a Rinko Kikuchi, quien estuvo nominada al Oscar como Mejor Actriz Secundaria por su papel interpretado en “Babel" (Alejandro González Iñárritu, 2006).

Este film, según sus propias palabras, “refleja mi fascinación por la cultura japonesa contemporánea, por la atmósfera de las novelas de Haruki Murakami y Banana Yoshimoto, por mi confesa adicción al wasabi y por la vibración casi material que emite la ciudad de Tokyo durante la noche: una mezcla de expectación, misterio, sombra y dulzura que deja una huella imborrable.”


Imagen: Arlay.net


lunes, 10 de noviembre de 2008

Una artista polifacética


“Nunca quise ser actriz, sino la persona que hacía esas hermosas historias”. Y lo logró. Su abuela vendía entradas en un viejo cine de Sant Adrià de Besòs, en Barcelona, donde nació el 9 de abril de 1962. Allí cultivó su vocación por el cine y trazó las coordenadas de su mundo interior.

Antes de convertirse en una cineasta consagrada, Isabel Coixet se licenció en Historia por la Universidad de Barcelona. Posteriormente, trabajó como periodista en la revista “Fotogramas”, donde fundamentalmente realizaba entrevistas, según sus palabras, “la mayoría horribles”.

Hasta la fecha, ha dirigido cuatro cortometrajes: “Mira y verás” (1984), “La insoportable levedad del carrito de la compra” (2004), dentro de la película “¡Hay motivo!”, “Bastille” (2006), dentro de la película “París je t’aime”, y “Cartas a Nora” (2007), en la película “Invisibles”. Además, cuenta con siete largometrajes:

Isabel Coixet es también una de las grandes de la industria publicitaria. Ha sido directora creativa de la agencia JWT, fundadora y directora creativa de la agencia TARGET y la productora EDDIE SAETA, obteniendo los más prestigiosos premios por sus trabajos en este campo. Creó la productora MISS WASABI FILMS en el año 2000, en la que también ha realizado documentales y vídeoclips, incluso uno de Alejandro Sanz. Ha dirigido anuncios por todo el mundo y ha trabajado para marcas como IKEA, BMW, Veas, Ford, Kellogg’s, Danone, Winston o PepsiCo. Durante las elecciones de 2008 en España realizó spots para el PSOE por su afinidad con el proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero.

Por otro lado, ha escrito “La vida és un guió”, libro en el que habla de sus sentimientos, sus miedos, obsesiones, inquietudes, su compromiso con la violencia de género, del rodaje de “Mi vida sin mí” y de lo que considera buen cine.

Por último –y por el momento-, ha dirigido la obra de teatro “84, Charing Cross Road”, una adaptación de la novela de la norteamericana Helene Hanff, que representa el debut de Coixet en la dirección teatral y el remate final para afirmar que se trata de una artista más que polifacética.


Fuente Imagen: IMDb

domingo, 9 de noviembre de 2008

Un universo personal y entrañable


Voz propia. Sensibilidad. Delicadeza. Profundidad. Son palabras que, a simple vista, muy pocos relacionarían con Isabel Coixet. Porque cuesta creer que, tras esas gafas de pasta y el aire extravagante que la caracteriza, se esconde un universo personal tan entrañable.

Y así lo ha demostrado. Su cine de sentimientos y de personajes que afrontan situaciones límite ha conquistado a críticos de todo el mundo y alcanzado el éxito de taquilla. El amor, la soledad, el compromiso social y la vida cotidiana definen el estilo de la polifacética Coixet. La sinceridad y sensibilidad de su lenguaje cinematográfico reflejan su peculiar manera de vivir y entender el cine y la vida.

Este blog, Las gafas de Coixet, nace para compartir mi admiración por esta cineasta catalana y para aproximar a los lectores a su mirada personal y su universo.


“Nunca quise ser actriz, sino la persona que hacía esas hermosas historias”. Lo ha logrado.


Foto: http://static.obolog.com