jueves, 30 de abril de 2009

Unidos por una ensoñación musical




Es difícil buscar referencias o antecedentes en otras películas que recuerden a “Once”, además de las de Isabel Coixet. Si acaso, y con todas precauciones, se podría relacionar con ciertos aspectos que viven Ethan Hawke y Julie Delpy en “Antes del amanecer” (1995).

Él canta en las calles de Dublín las canciones que él mismo compone en los ratos libres que le deja el trabajo de reparador de aspiradoras en el taller de su padre. Ella es una joven inmigrante checa que, además de sobrevivir con un inimaginable panorama familiar, practica con los pianos de una tienda de instrumentos. Ambos, unidos por su ensoñación musical, se alían provisionalmente en la grabación de una serie de canciones y el resultado materializa su especial relación. Eso es lo máximo que se puede contar de “Once”, cuyo nombre alude hipotéticamente a la única y especial oportunidad de tal vez enamorarse de verdad en la vida.

El actor protagonista, Glen Hansard, y el director de la película, John Carney, formaron parte de un grupo irlandés, The Frames. Su trabajo parece surgir de una añorada experiencia común y ese estado de ánimo logra instalarse en cada segundo del relato, en el desencanto y en la esperanza de los personajes, en la manera de mirarse, de compartir el plano, de callarse lo que por momentos están a punto de decir…


martes, 28 de abril de 2009

"Once", la balada de Dublín



De vez en cuando se asoma a las pantallas una película como esta pequeña producción irlandesa independiente que fue avalada por el Festival de Sundance. “Once” es difícil de definir por su sencillez, que deja una paradójica sensación de plenitud, de conseguir lo máximo con lo mínimo, poco más que una preciosa historia con más sugerencias que acontecimientos, un puñado escaso de actores y, sobre todo, un tono, una forma muy personal de narrar con naturalidad… Y todo ello es lo que recuerda irremediablemente a Coixet.

La música es la esencia de este relato de John Carney que cuenta el encuentro casual entre un cantante callejero y una vendedora de rosas a la que da vida una actriz que tanto físicamente como interpretativamente recuerda a Sarah Polley. Ambos se sienten tímida pero inequívocamente atraídos el uno por el otro y arrastran el peso de la realidad y del pasado. Se produce una mezcla de solidaridad, exaltación y melancolía entre estos dos náufragos perdidos en distintas corrientes de un mismo océano que recuerdan a la química especial que surge entre Sarah Polley y Tim Robbins en “La vida secreta de las palabras”.









domingo, 26 de abril de 2009

La insoportable levedad del carrito de la compra


“La insoportable levedad del carrito de la compra” es el extenso y literario título de este corto de Isabel Coixet. Este trabajo forma parte del largometraje “¡Hay motivo!”, que reúne a muchos directores de la Península Ibérica que hablan de problemas sociales de la península. Concretamente, Coixet desarrolla la falta de cobertura social a los ancianos (pensionistas) en clave testimonial. Utiliza a un actor que interpreta a un “quinqui” del barrio de algún suburbio que describe a las ancianitas que pasan por allí. “Ahora van con dos cosas e en el carrito”, dice el “quinqui”. “Ya no compran nada porque cada vez el carrito va más vacío”.

Coixet aporta datos al final del corto, como que en aquel entonces (2004) tres de cada cuatro pensionistas cobraban menos de 600 al mes o que 800.000 mujeres reciben prestaciones inferiores a 400 euros. Incluso en estos datos del final y en un tema tan delicado está presente la ironía de Coixet, pues finaliza con el siguiente dato: “No hay datos sobre el aumento de mujeres mayores que han dejado de teñirse, pero yo cada vez veo a más mujeres con el pelo blanco”.





sábado, 25 de abril de 2009

Tanto o más que los sueños perdidos...


Podía oír las olas del mar Egeo, que sonaban como una reverberación, como un tumulto. Parecían poseer una fuerza depuradora, como si limpiasen mi memoria y me encontrara conmigo mismo, con mi mundo interior. Piensas en todo lo que has vivido, en todo lo que has sentido, en todas las cosas que has hecho y te quedan por hacer. Recuerdas momentos tristes, sientes nostalgia por muchas cosas y echas en falta a los que ya no están. Pero, de pronto, tienes la extraña sensación de estar en total armonía contigo mismo. En ese instante todo es perfecto: la suavidad de la luz, la ligera brisa del aire, el pausado rumor del mar… Inspiras profundamente y la vida te parece más sencilla y transparente que nunca…


Tras ver Mi vida sin mí por tercera vez recordé aquel momento de mi vida y pensé que para crear historias así había que vivir muchos momentos con uno mismo y reflexionar en tu mundo interior. Estoy seguro de que a Isabel le pasará a menudo, porque logra que las películas sirvan como medicina contra el mal de espíritu para los espectadores. Porque Coixet consigue que sus historias trágicas no resulten oscuras ni deprimentes, sino esperanzadoras. Aunque los finales sean tristes. Porque cuando los sueños se derrumban no se acaba todo. Hay muchas cosas que merecen la pena y que se pueden salvar. Muchas cosas que a lo mejor estaban ahí desde antes y que valen tanto o más que los sueños perdidos…


Imagen: yarince

domingo, 19 de abril de 2009

"Cuando uno reduce tanto sus ilusiones, ya no le quedan..."




Isabel es una persona poco autocomplaciente. Piensa que todavía está empezando. Muchas veces, cuando va por el barrio de Gracia, su barrio, confiesa que piensa: “No, porque cuando haga una película y sea directora de cine…”. Y al cabo de tres manzanas, vuelve a pensar: “coño, pero si ya lo he hecho”. Tiene siempre esa sensación de estar empezando todo el rato. Sólo tiene presente las cosas que ha hecho cuando tiene que hablar de ellas. Siempre piensa en lo que va a contar. “No tengo nada raro, ni soy genial, ni nada. Creo que he aprendido y que hay cosas que las sé contar bien”, afirma siempre.


En una entrevista, Coixet declaró que el personaje de Consuela (Penélope Cruz)tiene algo de ella misma. Cierta franqueza. “Yo no tengo miedo a llamar a las cosas por su nombre. Yo no tengo miedo a decirle a alguien que le quiero”, afirmó. También considera que la tragedia de Consuela es que pide poco. Ella, tras un año y medio de relación, le va pidiendo cosas, pero él nunca se las concede, así que va renunciando. Y es que cuando uno reduce tanto sus ilusiones, ya no le quedan.


También habló sobre el personaje de Carolyn, interpretado por Patricia Clarkson. “Tiene mi edad y es un personaje en el que yo insistí mucho para que tuviera importancia en la película. Es más, yo creo que los mejores diálogos que tiene la novela están en ella”. A Isabel le gusta que Carolyn le monte números a David por salir con otras, cuando ella lo sabe perfectamente, porque lo que en realidad quiere conseguir es mandarle el mensaje de “ocúltate un poco mejor, disimula un poco, ten un poco de dignidad o de recato”.
Imagen: 20minutos

sábado, 11 de abril de 2009

Esta mujer...




Muchos recordaréis el momento en que Isabel se quedó sin palabras cuando recogió el Goya al Mejor Guión Adaptado por Mi vida sin mí. Parecía que hubiera visto un fantasma, con sus gafas rosas y con expresión de “tierra, trágame”. Cuando quiso dar las gracias sólo pudo emitir unos extraños sonidos, seguidos de “no voy a decir nada, que es un rollo. Gracias, ciao”. Suponemos que le hubiera gustado dar las gracias a España, a todo el público, y a su productor (Pedro Almodóvar), pero sólo le salieron esos extraños sonidos. Esta mujer… ¿Por qué no se preparó ningún discurso?

Os dejo con un enlace en el que podréis ver un vídeo en el que aparece Coixet en un programa de la televisión catalana presentado por Manel Fuentes, al que Isabel acudió como invitada e hizo gala de su sentido del humor. En él también podréis ver el momento en el que recogió el Goya. Durante este programa, dijo perlas como: “Hay mucha monja que fuma y mucha puta que reza”. Os lo recomiendo, es muy gracioso.



Vídeo: Programa de Manel Fuentes
Imagen: elpais.com

martes, 7 de abril de 2009

“Cuando hace mucho sol, se ve peor…”



Hay quien critica a Coixet porque encuentra sus películas demasiado pesimistas. Ella misma reconoce que es pesimista. Pero también dice tener fe en la esperanza. Y sus películas son esperanzadoras. Una vez, le oí decir: “A mí me gusta mucho la lluvia y la oscuridad. Creo que cuando hace mucho sol, se ve peor. Yo nado fatal”.

Tiene manías y extravagancias. Se toma ocho cortados diarios durante un rodaje. Come conguitos. Lleva unas gafas que le dan un aspecto de mujer estrafalaria y que afirma haber comprado en General Óptica. Tiene a menudo ocurrencias originales. En una ocasión, recuerdo que le pidieron que definiera con una palabra cada una de sus películas. Respondió lo siguiente:

"Demasiado viejo para morir joven": Desastre.
"Cosas que nunca te dije": Esperanza.
"A los que aman": Sueño.
"Mi vida sin mi": Melancolía.
"La vida secreta de las palabras": Pum pum.

¡¿Pum pum?!

Una vez, no recuerdo dónde, leí en alguna entrevista que le gustaría que el mundo se parara para poder bajarse. Que pasan tantas cosas diferentes al mismo tiempo que es muy difícil asimilarlas. Que es curioso pensar que hoy estás aquí y que a tres horas de avión hay tres hombres matándose por entrar en un país. Que también pasan cosas buenas, pero la vida se transforma en una montaña rusa y por eso desearía poder bajarse. Y que por eso hace películas.

Para lograr expresar tanta sensibilidad, ¿es necesario haber sufrido o simplemente ser muy observador? No lo sabremos a ciencia cierta. Lo que está claro es que Isabel debe de ser una persona con mucha empatía con la gente que sufre. Una persona a la que yo al menos le agradezco todas las emociones que me han causado sus películas y, sobre todo, todo el tiempo que me he pasado pensando en ellas tras verlas.

Imagen: elconfidencial.com

jueves, 2 de abril de 2009

"Todas las Hannahs que he conocido estaban con nosotros"



En una entrevista que concedió al portal terra.es, Isabel declaró que Tim Robbins es el actor “menos estrella” que había conocido. “Es un tipo muy inteligente y con sentido del humor”, aseguró. “Ha sido una delicia trabajar con él”. Y sobre Sarah Polley también opinó: “Es capaz de decir muchas cosas con unos mínimos gestos. Es una actriz que se entrega de manera brutal y absoluta. Es el sueño de cualquier director”. Isabel no los escogió porque fueran famosos, sino porque eran quienes mejor podían interpretar a sus personajes. Además, Coixet afirma que ambos, junto a Javier Cámara, se hicieron muy amigos: “Había mucha química entre ellos y eso facilitó mucho las cosas. Javier y Tim tenían mucha complicidad. Es el mejor reparto que un director puede tener”.


“La vida secreta de las palabras” es una de las historias de redención a través del amor más bellas del cine. La escena en la que Hannah (Sarah Polley) abre su camisa para que él toque sus cicatrices llega a lo más profundo. Isabel afirmó en esta entrevista que esta secuencia fue la más difícil de rodar: “Recuerdo que ese día en el plató había un silencio que se podía cortar con un cuchillo. Esa secuencia es la prueba de que Sarah Polley es una genia”. Isabel visitó en Copenhague la sede del Consejo Internacional de Rehabilitación para las Víctimas de la Tortura (IRCT), donde conoció a muchas mujeres que fueron víctimas de las guerras de los Balcanes. Por ello, declaró: “Creo que en el momento en que rodé esa escena sentí que todas las Hannahs que he conocido estaban con nosotros en ese momento y estaban con Sarah y pasaban a través de ella”.


Imagen: elmundo.es