martes, 30 de diciembre de 2008

Una medicina contra el mal de espíritu



Hay películas que son capaces de actuar como terapia, como medicina contra el mal de espíritu. El espectador termina reconfortado, admirando la grandeza y la bondad del ser humano; de una mujer que hunde sus pies descalzos en la hierba mullida por la lluvia y respira hondo para encajar con entereza, coraje y desolación un golpe tan cruel.

No es fácil contar una historia como la que cuenta Isabel Coixet sin que se derrumbe la narración o el espectador. Pero la directora no pretende plasmar en su película el retrato de una mujer fuerte, sino el de un ser humano que no quiere irse de este mundo sin vivir todas aquellas experiencias que, por circunstancias, no pudo vivir, y que se da cuenta de que hasta el momento ha vivido en la superficie de su existencia.

Mi vida sin mí habla de algo que todos hemos intentado imaginar alguna vez: cómo sería nuestra vida sin nosotros, sin estar ahí para vivirla, contarla. Lo que no suponíamos es que se podía contar de un modo tan delicado: escuchando canciones de amor en el interior de un coche durante una tarde de lluvia o despertándote en el sofá de una lavandería y comprobar que en frente está sentado un extraño de mirada misteriosa que ha pasado la noche contemplando en silencio cómo dormías y te tapó con su chaqueta para que no cogieras frío.

La película discurre sobre una cadencia triste, pero también resulta misteriosamente vivificadora y consoladora. Mi vida sin mí no es un melodrama, aunque su temática podría incluirla en este género. Pero no lo es, porque Coixet ahorra al espectador agonías y escenas de decadencia física. "Fue fácil hacerlo así, puesto que nos encontramos con el caso de una mujer joven, en quien el proceso de su enfermedad es muy rápido. Pero además hay en ello un propósito mío, que no quería caer en cosas lacrimógenas", declaró Coixet en la rueda de prensa de Madrid.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Morir y despertar



Ann (Sarah Polley) tiene 23 años, dos hijas preciosas, una madre que odia el mundo y un padre que lleva 10 años en la cárcel. Está casada con su primer novio (Scott Speedman), el chico que le dejó su camiseta para secarse las lágrimas en el último concierto de Nirvana. Trabaja como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día y vive en una caravana en el jardín de su madre, a las afueras de Vancouver (Canadá). Esta existencia gris cambia completamente tras un reconocimiento médico. Le diagnostican una enfermedad terminal. Le quedan dos, tres meses de vida. Desde ese día, morir y despertar se convierten en la misma cosa para Ann y, paradójicamente, se propone descubrir el placer de vivir.

Ann acude al único bar abierto de la ciudad esa misma desapacible noche de invierno. Se toma una ración de tarta de queso y un café, lo único que queda. Abre un cuaderno y apunta las cosas que quiere hacer antes de morir: cambiarse de peinado, buscarle una novia a su chico y un novio para su madre, enamorarse de otro hombre para saber lo que se siente y, sobre todo, dejarlo todo como si ella siguiera en el mundo cuando no esté.

"Cosas que hacer antes de que me muera:

1. Decir a mis hijas que las quiero varias veces al día.

2. Encontrar otra esposa para Don que les guste a las niñas.

3. Grabar mensajes de cumpleaños para las niñas hasta que cumplan los dieciocho.

4. Ir juntos a Whaleybay Beach y organizar un gran picnic.

5. Fumar y beber tanto como quiera.

6. Decir lo que pienso.

7. Hacer el amor con otros hombres para ver cómo es.

8. Lograr que alguien se enamore de mí.

9. Ir a ver a papá a la cárcel.

10.Ponerme uñas postizas. (Y hacer algo con mi pelo).”



Imagen: flickr

lunes, 22 de diciembre de 2008

Un videoblog desde Tokyo



Isabel Coixet comparte el rodaje de Mapa de los sonidos de Tokyo en un videoblog que podéis encontrar en la sección de cultura de elmundo.es.

En él, cuenta algunas anécdotas de su experiencia con la cultura japonesa, como los “Love Motels”; habla de la complicidad entre los dos protagonistas, Rinko Kikuchi y Sergi López, así como de la gran labor que están llevando a cabo. “Los actores son los mejores y los únicos que podrían hacer esos papeles”, afirma Coixet.

La directora asegura que siempre se pone muy nerviosa con el rodaje de las primeras escenas porque sabe lo importantes que son. “Sé que a veces me pongo muy borde. Seguro que hay gente del equipo que no puede tragarme, pero uno quiere lo que quiere y cuando ve que lo que quiere no sale por errores estúpidos… no puedo con las tonterías. El director tiene que vivir con la película el resto de su vida y el resto del equipo no. La película va a formar parte de quién eres, de lo que haces”.

También confiesa, incrédula, sentada en el escalón de uno de los decorados: “Todo este equipo y estos actores están aquí para encarnar esta especie de sueño que yo tuve y que partió de la fascinación que yo siento por este país y especialmente por esta ciudad. El Tokyo que sale en la película es un Tokyo real, pero también es un Tokyo inventado. No pretendo hacer un documental sobre Tokyo”. Además, confiesa que siempre termina rodando en sitios pequeños, como “en la lavandería más pequeña del mundo, en el parque de atracciones más pequeño del mundo o en el taxi más incómodo del mundo".

Coixet también habla de lo duro que resulta siempre un rodaje: “Dirigir una película es una especie de montaña rusa. Un día te parece que todo es estupendo, que todo ese sueño que tenías en la cabeza está delante de ti y se encarna en los actores; y otros días te vas a casa pensando que más vale que te retires, que no hay nada que hacer, que todo esto no tiene ningún sentido”.


viernes, 19 de diciembre de 2008

Cartas a Nora


Un día, en el metro de Barcelona, como de costumbre, Coixet hablaba con un médico del hospital Clínic sobre la enfermedad del Chagas. Se trata de una infección de origen parasitario que afecta a 18 millones de personas en América Latina. La prevención y una medicación adecuada podrían frenar esta enfermedad mortal. Pero los gobiernos no invierten suficiente en prevención y los laboratorios tampoco investigan cuáles son las medicaciones adecuadas y menos tóxicas que las que actualmente se utilizan.

Una chica boliviana se acercó a ellos para escuchar a hurtadillas la conversación. “Sé que usted hace cine”, les interrumpió la joven. Nora, así se llamaba, se ofreció a contarle su propia experiencia con el Chagas. Así nació Cartas a Nora: una joven boliviana emigra a España, concretamente a Barcelona, con la intención de poder mantener en la distancia a su familia lo más lejos posible de la miseria y de la “vinchucha”, la chinche que transmite el Chagas. Nora trabaja cuidando ancianos por las mañanas y haciendo de canguro en una familia por la tarde. Desde su país llegan las cartas –la voz en off del corto- que le informan de la enfermedad del Chagas que padece uno de sus familiares.

Cartas a Nora es uno de los cortometrajes que componen el documental Invisibles (2006), un proyecto que pretende mostrar la vida de aquellas personas que residen en nuestro olvido; un intento de cinco directores europeos (Isabel Coixet, Mariano Barroso, Javier Corcuera, Wim Wenders y Fernando León de Aranoa) de dar voz a aquellos a quienes creemos invisibles.

El documental se presentó en la sección Panorama del Festival de Cine de Berlín y consiguió el Premio Goya al mejor documental. Está producido por Pinguen Films, de Javier Bardem. Invisibles se rodó entre España, República Centroafricana, Colombia, República Democrática del Congo y Uganda.








Vídeo: youtube.com

martes, 16 de diciembre de 2008

Historias anónimas


Hace unos años, Isabel Coixet afirmaba que hacía publicidad porque del cine no podía vivir. Sin embargo, ahora sus películas son rentables. “Al final, seas el director que seas, incluso los más consagrados, eres siempre lo que es tu última obra”, declaró Coixet para elpais.com. “La ventaja es que yo hago cosas con un presupuesto moderado, que tienen un público con el que conecto bien, que vive mucho las películas, las aprecia”.

Coixet afirma que “el tiempo entre terminar y el estreno es lo peor”, tanto que durante la espera se “suicidaría cada cinco minutos”. La cineasta asegura que al ver la película en la pantalla teme percibir que “hay un trecho entre lo que uno quiere y lo que uno consigue”. Además, Coixet está tan sumida en su tarea que confiesa que durante un tiempo sus personajes son más reales que la gente con la que se cruza.

A Isabel lo que le interesan son las historias pequeñas, anónimas; aquellas escondidas en cualquier rostro o lugar; las vidas de personajes que sobreviven gracias al silencio, que van pidiendo abrazos por la calle o que pasan horas en lavanderías, recostados en una butaca y dejándose llevar por el runrún de las lavadoras mientras llueve en la calle… “Imagínate. Yo cojo mucho el metro y estoy en el andén y siempre pienso que en el de enfrente hay alguien que va a irse en dirección opuesta a la mía y que ahí hay una gran historia y nunca la encontraré… O voy por un pasillo largo y pienso que al doblar la esquina pasará algo… Lo espero siempre”.

También concede protagonismo a los pequeños detalles, a los gestos. En varias de sus películas aparece algún personaje que llega a casa, abre el buzón y recoge las cartas. “Las cartas son la promesa de algo nuevo”, confiesa Coixet. “Los mensajes que no llegan son muy importantes para mí; hay cosas que has recibido a destiempo, que han cambiado tu manera de pensar sobre una relación; mensajes de móviles que caen en manos extrañas. Oír un mensaje ajeno te abre puertas hacia un mundo que no conoces, te permite fantasear… Yo oí una vez uno de una mujer que se equivocó y, ¡ufff!, fue estremecedor”.

Fuente Imagen: 20minutos.es

jueves, 11 de diciembre de 2008

Montilla, extra en la aventura japonesa de Coixet



Bajo una intensa lluvia, Coixet y su equipo recibieron hace unos días en el set de rodaje al Presidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, en el barrio japonés de Asakusa. Carod-Rovira y Josep Huguet acompañaron al presidente en su visita a Tokio. Los tres dirigentes catalanes se convirtieron así en extras ocasionales de la película que Isabel Coixet está rodando en Tokio estos días, “Mapa de los sonidos de Tokyo”, con el catalán Sergi López y la actriz japonesa Rinko Kikuchi.

Coixet invitó a una cerveza a Montilla en un restaurante japonés tradicional del barrio, donde se encontraba grabando con más extras. Montilla se ha interesado por el argumento de la película, en la que Sergi López protagoniza el papel de un catalán afincado en Tokio que tiene una tienda de licores. De forma inesperada, su mujer se suicida y el catalán culpa a su suegro de la muerte y para vengarse contrata a Rinko Kikuchi para que lo asesine. Por su parte, la cineasta definió como “misión imposible” la causa de la visita a Japón de José Montilla: intentar retener las inversiones japonesas en Cataluña para salvar Nissan.

El rodaje durará seis semanas y está previsto que finalice a mediados de enero. En las próximas semanas, cuando Coixet termine de rodar las escenas que transcurren en Japón, todo el equipo se trasladará a Barcelona para terminar allí el rodaje.



Imagen: ADN.es

lunes, 8 de diciembre de 2008

Mirar es encontrar



Protegida por sus gafas de colores y su flequillo extralargo, ofrece un aspecto entre despistada y tierna. Suele vestir de oscuro y quienes han visitado la oficina de su productora, Miss Wasabi Films, la describen como un espacio diáfano donde se apilan libros y carteles de cine.

Entre rodaje y rodaje, vive en el barrio barcelonés de Gracia con su novio, un músico 12 años más joven que ella, y su hija, Zoe, que con tan sólo 11 años es una apasionada del cine, especialmente del de Tim Burton.

Además de cineasta, Isabel Coixet es licenciada en Historia, periodista ocasional (trabajó para Fotogramas y publica columnas en El Periódico de Catalunya) y comenzó a trabajar en publicidad desde los 18 años. Siempre ha confesado la gratitud que siente hacia sus padres por haberle inculcado el amor haci el cine y los libros. Pero a Coixet le ha costado alcanzar el éxito. Con su primera obra, Demasiado joven para morir viejo, estuvo a punto de tirar la toalla. Casi se arruinó antes de lograr que alguien viera sus siguientes obras.

John Berger (Maneras de ver, 1974), escritor británico y a la vez amigo suyo, afirma que al cine le faltaría un pedazo sin ella, esa mirada especial y doméstica que la caracteriza. Y es que las películas de Coixet son muy teatrales, con poco reparto, como ella misma declaró al respecto en una entrevista concedida a Elpaís.com: “’Cuanto menos bulto, más claridad, ése es mi lema!”. Isabel asegura que Berger es una de las personas que más le han influido y que más admira en el mundo. Él le enseñó que “mirar es encontrar”.


viernes, 5 de diciembre de 2008

“Me asustaré mucho cuando averigüe por qué hice la película”


Isabel Coixet rodó “Cosas que nunca te dije” en un pueblo del estado norteamericano de Oregón y el rodaje duró apenas cuatro semanas. La directora explicó a elpais.com en su día por qué decidió rodar el film en Estados Unidos: “Creo que desde que escribí el guión supe que pasaba allí: aquí no tienen mucho sentido ciertas cosas que ocurren en la película. Y además encontré actores muy profesionales, dispuestos a rodar por poco dinero y a trabajar muy duro”. Finalmente, y aunque costó, la película obtuvo la nacionalidad española.

La música de Alfredo Vilallonga con algunos temas de Tom Jones (It's not unusual), la hermosa fotografía de Teresa Medina y el montaje lleno de elipsis de Kathryn Himoff contribuyen también de manera decisiva a la creación de ese mundo de sensaciones perdidas, de afectos ausentes y de soledad compartida.

Muchos críticos han clasificado este film dentro del cine independiente americano. Según he leído, este tipo de cine surgió en los años setenta, cuando un grupo de directores comenzó a plantearse el hacer cine de una forma más personal, crítica y auténtica de lo que Hollywood venía haciendo.

Pero el cine independiente americano cuenta con un problema: dispone de pocos medios. Los protagonistas de esta película,
Lili Taylor (Arizona dream, de Emir Kusturica, Uno de los nuestros, de Martin Scorsese) y Andrew McCarthy ("Este muerto está muy vivo"), no cobraron más que una cantidad simbólica. Aceptaron sus papeles a cambio de un porcentaje en las futuras ventas. Isabel Coixet declaró para elpais.com: "con todos ha habido una empatía profunda. Aunque fue muy duro todo el proceso previo, horas de discusión sobre matices, un proceso de interiorización que los actores lograron antes de rodar, porque durante el rodaje no había apenas posibilidad de repetir un plano: no había apenas dinero".


En la cuidada fotografía de la película está muy presente el creativo lenguaje publicitario que Coixet acostumbra a emplear en sus anuncios. La cineasta pasó tres años reescribiendo el guión y montando la producción junto con otro publicista, Lluís Miñarro. Y, sin embargo, tras todas las dificultades que se le presentaron para sacar adelante este fabuloso proyecto, confesó: “Lo que sí tengo claro es que me asustaré mucho cuando averigüe por qué hice la película”.

lunes, 1 de diciembre de 2008

"¿Qué voy a hacer ahora?"

Ahora que conozco toda la filmografía de Isabel Coixet y tras el segundo visionado de “Cosas que nunca te dije” –descubrí la película por casualidad hace tres años-, puedo apreciar la evolución de su lenguaje cinematográfico. En este film están presentes la mayoría de los temas, conceptos, emociones y lugares a los que la catalana ha recurrido en sus películas posteriores: la soledad, el amor, escenas que transcurren en supermercados, habitaciones sombrías, días lluviosos o lavanderías en las que los personajes coinciden y mantienen conversaciones trascendentales o cotidianas.

Hay una escena muy especial de la película que transcurre en plena calle y bajo un cielo, como siempre, gris. Don, uno de los dos protagonistas, aparece en el interior de su vehículo, esperando reiniciar la marcha en una larga fila de coches y comienza a cavilar. A continuación, se muestran uno por uno los pensamientos del resto de conductores de la larga cola, todos banales e intrascendentes. Pero al final de la fila está Ann, la otra protagonista, que se pregunta exactamente lo mismo que Don: “¿qué voy a hacer ahora?”.

Pero no sólo la tristeza y la soledad están presentes en el film; también el humor. Incluso en el trailer de la película y en el final, tan desconcertante como esperanzador. El dolor que se muestra en la película está encarnado por personajes solitarios, desencantados, por personas que han sido abandonadas por alguien que les hacía sentir especiales, importantes; alguien en el mundo. Pero estos personajes, como es el caso de un transexual o de un vecino que ama en secreto a Ann, aparecen con frecuencia en escenas de humor, tal vez intencionadamente, con el fin de suavizar la atmósfera melancólica en que está envuelto el film y para abrir las puertas a la esperanza.

La película se apoya en la anécdota cotidiana, en la torpeza de los diálogos corrientes y graciosos para ahondar en los sentimientos. Es admirable el modo en que los pensamientos cobran voz propia en el film y podemos escuchar los sueños, inseguridades y deseos de los personajes, e incluso reconocer en ellos los nuestros.

“Cosas que nunca te dije” es una historia agridulce que habla de qué se siente al ser infeliz, al estar solo, al no tener a nadie a quien pedir ayuda. O de por qué a veces es necesario llorar y nos resulta imposible sonreír; de por qué en ocasiones necesitamos algo aparentemente tan simple como un abrazo.


Trailer:



Fuente vídeo: youtube.com