lunes, 26 de enero de 2009

La fe en el poder de la ficción



En La vida es un guión, Isabel Coixet reconoce en el último capítulo que siempre había ejercido la profesión de cineasta en un estado mental contradictorio: el entusiasmo de rodar y la desazón de la certeza de que las películas no cambian el mundo ni hacen la existencia más llevadera. Sin embargo, Mi vida sin mí le enseñó que no era así. “Como en tantas otras cosas, estaba equivocada”, asegura.


Tras el estreno de esta película su concepción cambió. Se dio cuenta de que las películas pueden reconfortar, ayudar a entender las cosas que pasan, a “descifrar el denso ladrillo de la vida cotidiana”, a vivir.


Pone el ejemplo de una chica de unos 17 años que un día se le acercó y le dio las gracias por haberle ayudado a entender los silencios de su padre, que había fallecido dos años atrás. Para finalizar el libro, agradece a todas esas personas que muestran su gratitud por haber hecho una película tan especial, a todos los que le escriben contándole “historias personales, emocionantes, historias que nacen, que salen, que convergen en la película", cuya autoría ya no le pertenece, porque ya es una especie de ente compartido por los que la hicieron y los que la ven y la sienten suya… Por haberle devuelto la fe en el poder de la ficción como espejo de lo que desearíamos que fuera real.


martes, 20 de enero de 2009

La vida es un guión

Cuando empecé a documentarme más a fondo sobre Isabel Coixet, la verdad es que mucho de lo que descubrí sobre ella me sorprendió. Ha realizado diferentes documentales cuya temática prueba la implicación de la directora con causas comprometidas, como la violencia de género o la pobreza. Asimismo, cuando tuve entre mis manos La vida es un guión, todavía me sorprendí más, porque esta mujer no sólo es una gran cineasta, sino también una excelente escritora.
La sensibilidad de sus films también está presente en este libro, que está escrito a modo de relato autobiográfico. En él mezcla su gran pasión, el cine, con su existencia y la de su familia, y muestra su lado más sincero y apasionado. Habla de sus miedos, de sus adicciones, obsesiones, manías, de su compromiso con la violencia de género y de los secretos de Mi vida sin mí, su último film por aquel entonces. Lo que me entristece es que no encontré el libro en ninguna librería de Alicante. Es más, en el Fnac tardaron más de dos semanas en conseguírmelo. Os dejo con un fragmento:


Gracias a todos por mezclar sus vidas con la vida inventada de la película. Por devolverme la fe en el poder de la ficción como espejo de lo que desearíamos que fuera real. Por demostrarme, con cartas, con mensajes, con sonrisas, con silencios, con hechos, que las películas sirven para algo, algo frágil, tenue, momentáneo, innombrable, pero poderoso. Sé que, a partir de ahora, no podré vivir y rodar de la misma manera. Que mi vida sin la película será otra.




lunes, 19 de enero de 2009

Los frutos de una obra excelente




El Festival de Cine de Berlín de 2003 brindó una cálida acogida a Mi vida sin mí. Obtuvo el Premio del Jurado de las Filmotecas Alemanas. Además, la XVIII edición de los Premios Goya nominó a esta película a cinco premios: Mejor película, Mejor director, Mejor actriz (Sarah Polley), Mejor Guión Adaptado y Mejor Canción Original.


En el mismo año, también recibió los premios "Ojo Crítico de Cine" de Radio Nacional de España, el Premio a la Mejor película canadiense en el Festival de Cine Atlantic, el Premio al mejor actor (Scoot Speedman) en el Festival Internacional de Cine de Mujeres de Burdeos y la nominación a la Mejor película y Mejor directora en los Premios del Cine Europeo. Además, obtuvo la nominación a Mejor película, Mejor directora (Isabel Coixet), Mejor guión original (Isabel Coixet), Mejor actriz secundaria (Leonor Watling), Mejor montaje (Lisa Jane Robison), Mejor fotografía (Jean-claude Larrieu) y Mejor música (Alfonso de Vilallonga). Por último, recibió el Premio El País de las Tentaciones como Mejor directora.



Esta eres tú. Con los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca pensaste que estarías así. Nunca te viste, cómo lo dirías… como esas personas que disfrutan mirando la luna, que pasan horas mirando las olas o los aterdeceres , o el viento en los sauces... Supongo que sabes de qué clase de personas hablo. O tal vez no. Pero te gusta estar así, desafiando al frío, notando cómo el agua traspasa tu chaqueta, te llega a la piel... Y el olor... Y la tierra mullida bajo tus pies. Y el sonido del agua chocando contras las hojas. Todas las cosas de las que hablan los libros que no has leído. Esta eres tú, quién iba a pensarlo… tú…



jueves, 15 de enero de 2009

Coixet: "El rodaje fue una experiencia sentimental para mí"


Como buena película, Mi vida sin mí no tiene un amplio reparto; prescinde de personajes y situaciones que enturbian la transparencia de los sentimientos y del desarrollo de la trama. Sarah Polley, Scott Speedman, Leonor Watling, Amanda Plummer, Deborah Harry y Mark Ruffalo componen el universo íntimo de Mi vida sin mí.

Scott Speedman es Don, el marido de Ann (Sarah Polley), un buen hombre que se desvive por su mujer y sus hijas buscando empleo. Leonor Watling interpreta a la joven y entrañable vecina que adora a las hijas de Ann. Amanda Plummer encarna a la compañera de trabajo de Ann, obsesionada las 24 horas del día con pasteles, calorías y dietas. Deborah Harry es la madre de Ann en la ficción y Mark Ruffalo el amante con una casa completamente vacía de muebles y sueños y que contempla a Ann mientras se queda dormida de agotamiento en una lavandería.

Cinco semanas de rodaje fueron suficientes para que Sarah Polley y Scoot Speedman se convirtieran prácticamente en los padres adoptivos de sus hijas en la ficción. "Uno de los momentos más tristes de esas cinco semanas fue el último día en que rodaban los niños. Sarah se comportaba más como madre que sus propias madres. Y ese día las niñas no querían separarse de ella", asegura Coixet.

Coixet afirmó que rodar esta película fue una "experiencia sentimental" para ella misma: "Me emocionaba viendo a Sarah jugando y despidiéndose de sus hijas", dijo la directora, quien destacó el trabajo de "valentía interpretativa" de esa actriz -que conoce de cerca lo que es la muerte prematura de una madre, puesto que perdió a la suya con 10 años.

lunes, 12 de enero de 2009

"Dear Sarah Polley"


Isabel Coixet dedicó en su libro “La vida es un guión” un apartado de un capítulo a Sarah Polley. A este apartado lo llamó “Dear Sarah Polley”.

Coixet confiesa que desde el momento en que vio a Sarah, a esa chica “pálida, rubia, minúscula, frágil, con aspecto de no haber roto un plato (luego supe que había roto unos cuantos)”, tuvo la fe absoluta de que ella era Ann, la protagonista de Mi vida sin mí.

La directora declara en su libro que el personaje de Ann cargaba con todo el peso de la película, y que si Sarah fallaba, si ella no le hubiera imprimido toda la humanidad que requería el personaje, “toda la película se hubiera caído como un castillo de naipes”. Pero Sarah maravilló a la directora, tanto que en su libro asegura que “el día que tenía que morir en la película, por unos segundos creí que había muerto y casi me da un síncope. Es la única vez que la he maldecido”.

Cuando Isabel habla de Sarah expresa el cariño que las une: “La recuerdo hablando apasionadamente de política con los eléctricos en el rodaje, discutiendo acaloradamente conmigo sobre Neruda (yo le detesto, ella le adora), la recuerdo bebiendo ginger ale sin parar, aprendiendo a decir en castellano “Vas a tu puta bola”, jugando en la arena en Sitges, cerca de Barcelona, el verano pasado…”

Coixet termina el capítulo con estas palabras: “Es un ser humano maravilloso, una actriz formidable y, algún día dirigirá películas buenísimas. Y yo iré a verlas”.

miércoles, 7 de enero de 2009

Tristeza optimista


Isabel Coixet se basó en un relato de Nancy Kincaid, Pretending the bed is a Raft, para escribir el guión de Mi vida sin mí. "Me interesaba saber por qué esta mujer mantiene el secreto de que va a morir". Ann, que vive en una caravana con su marido y sus dos hijas, hace un voto de silencio y decide pasar su tormento sin decírselo a nadie. "La fuerza de Ann está en el silencio. La muerte es un sentimiento que siempre llevas muy adentro", sostiene Coixet, "y ella prefiere morir con su secreto. Me gustan los secretos, nos evitan tener compasión por los demás".

La película está repleta de pequeños detalles que le imprimen el sello de Coixet. "Todos imaginamos cosas cuando estamos, por ejemplo, en un supermercado", declaró en Berlín, refiriéndose a la secuencia musical de la película. Y prosigue Coixet: "la aparición del hombre que hace música con las copas es casi autobiográfica. Había visto a uno en Praga, en Barcelona, en todas partes, y llegué a pensar que me seguía. Por eso lo incorporé a la historia". También es relevante el momento en el que el doctor le comunica el resultado de las pruebas a Ann y ésta le pide un caramelo de jengibre en una de las escenas principales y más conmovedoras del film.

En Mi vida sin mí están presentes muchos de los escenarios de Cosas que nunca te dije, como las lavanderías, los supermercados o días lluviosos y fríos en el interior de un coche. Pero Mi vida sin mí está hecha con más sabiduría cinematográfica, con mejor guión y con emociones más intensas; respira una tristeza viva que resulta optimista, a pesar de enmarcarse en una atmósfera asfixiante.


lunes, 5 de enero de 2009

La musa de Coixet


Esta actriz canadiense nació en 1979 en Toronto. Es hija de los actores Dianne y Michale Polley. En su adolescencia, Sarah abandonó sus estudios y se involucró en la política canadiense. Simpatizó con las ideas de izquierdas y apoyó al Partido Democrático Socialista. En 1995 incluso llegó a perder un diente cuando fue golpeada por un policía en una manifestación en contra del gobierno conservador.

Sarah alcanzó la popularidad gracias a su intervención en las series canadienses “Ramona” (1988) y “Road to Avonlea” (1989). En el cine, ha trabajado principalmente en producciones independientes, como “The Hanging Garden” (1997), “Jerry y Tom” (1998), “Existenz” (1999) o “El perdón” (2000). Además, desde 1999 comenzó a dirigir sus primeros cortos, y en 2007 dirigió su primer largometraje, “Lejos de ella”, protagonizado por Julie Christie.

Sarah Polley, la protagonista de Mi vida sin mí, esculpe el personaje de Ann y logra momentos de gran delicadeza. Esta actriz canadiense compensa su juventud con la experiencia de haber trabajado con cineastas como Atom Egoyan, David Cronenberg, Michael Winterbottom y Hal Hartley. Este currículum casa con el estilo minimalista y sublime de Isabel Coixet a la hora de componer un personaje que conjuga la entereza con la sensibilidad, la intensidad de los sentimientos con la frescura necesaria para ejecutar el plan que dará el último sentido a su vida y a la de aquellos que la rodean.

Isabel Coixet siempre se deshace en halagos hacia ella: “Siempre pensé repetir con ella. Es estupenda. Nos entendemos y es de una entrega brutal. Una actriz a la que yo nunca he visto mirarse a un espejo; ella se pone y hace. Nos conocimos en Nueva York, charlamos y de inmediato me di cuenta de que había encontrado a Ann", afirma. Por su parte, la musa de Coixet declaró en la rueda de prensa de Berlín: "Estuve varias semanas preparando mi personaje. No tanto investigando sobre la enfermedad, ni siquiera conociendo a enfermos terminales, porque creo que la película no habla de eso. Fue más como una terapia", reconoce. "Mi madre murió de cáncer cuando era pequeña y fue como volver a reavivar ese sentimiento de pérdida".

sábado, 3 de enero de 2009

"A través del cine no expreso tal o cual idioma o país, sino a mí misma"



Isabel Coixet rodó Mi vida sin mí en inglés en Vancouver (Canadá), en un suburbio obrero poblado de caravanas y trailers. ¿Por qué suele rodar fuera de España? En una entrevista para la web de Protagonistas, Coixet declaró: “He rodado cuatro películas: en Barcelona, Galicia, Estados Unidos y Canadá. Creo que cada historia tiene su hábitat, su paisaje. Vancouver es un sitio frío e inhóspito, pero muy bello”. En la rueda de prensa del Festival de Berlín de 2003, la directora tuvo que responder a la misma pregunta: "Me gusta mi país. Amo mi ciudad, Barcelona. Pero a través del cine no expreso tal o cual idioma o país, sino a mí misma. Soy de Barcelona, es la ciudad más hermosa del mundo, también he rodado en Canadá y creo que me podrías dejar en Islandia y me sentiría igual de cómoda".

Sin embargo, también declaró al respecto que la historia de una chica que vive con sus dos niñas y su marido en una caravana en el jardín de su madre no podía darse en España, donde el vínculo familiar es más importante. "En España no hubiera logrado transmitir este desarraigo en las familias, el aislamiento con el que se vive en esos suburbios donde la gente no se conoce". La directora dice sentirse muy contenta con el resultado: "Se parece mucho a la película que tenía en la cabeza, ahora me siento vacía porque lo he dado todo."

Por otro lado, en la misma rueda de prensa de Berlín, Pedro Almodóvar se mostró muy contento y orgulloso de esta película y de su directora por haber trabajado tan duro y con pocos medios. El director de cine contó que cuando Isabel llegó con el guión le pareció que se trataba de una gran historia. Por otra parte, Coixet afirmó que en la película no hay mucho de ella porque nunca había vivido una desgracia tan grande. Sin embargo, Pedro Almodóvar afirmó que él encontraba muchas características de la directora porque la historia está compuesta por anécdotas y cuentos que vienen de experiencias que le han pasado o le han contado. Ante esto, Isabel tuvo que confesar que, efectivamente, hubo muchos detalles que fue añadiendo, como la peluquera fan del grupo "Milli Vanilli", o la historia que la vecina de la protagonista (Leonor Watling) cuenta acerca del nacimiento de dos siameses.







Vídeo: youtube.com


Imagen: Set del Festival de Sitges