Hay quien critica a Coixet porque encuentra sus películas demasiado pesimistas. Ella misma reconoce que es pesimista. Pero también dice tener fe en la esperanza. Y sus películas son esperanzadoras. Una vez, le oí decir: “A mí me gusta mucho la lluvia y la oscuridad. Creo que cuando hace mucho sol, se ve peor. Yo nado fatal”.
Tiene manías y extravagancias. Se toma ocho cortados diarios durante un rodaje. Come conguitos. Lleva unas gafas que le dan un aspecto de mujer estrafalaria y que afirma haber comprado en General Óptica. Tiene a menudo ocurrencias originales. En una ocasión, recuerdo que le pidieron que definiera con una palabra cada una de sus películas. Respondió lo siguiente:
"Demasiado viejo para morir joven": Desastre.
"Cosas que nunca te dije": Esperanza.
"A los que aman": Sueño.
"Mi vida sin mi": Melancolía.
"La vida secreta de las palabras": Pum pum.
¡¿Pum pum?!
Una vez, no recuerdo dónde, leí en alguna entrevista que le gustaría que el mundo se parara para poder bajarse. Que pasan tantas cosas diferentes al mismo tiempo que es muy difícil asimilarlas. Que es curioso pensar que hoy estás aquí y que a tres horas de avión hay tres hombres matándose por entrar en un país. Que también pasan cosas buenas, pero la vida se transforma en una montaña rusa y por eso desearía poder bajarse. Y que por eso hace películas.
Para lograr expresar tanta sensibilidad, ¿es necesario haber sufrido o simplemente ser muy observador? No lo sabremos a ciencia cierta. Lo que está claro es que Isabel debe de ser una persona con mucha empatía con la gente que sufre. Una persona a la que yo al menos le agradezco todas las emociones que me han causado sus películas y, sobre todo, todo el tiempo que me he pasado pensando en ellas tras verlas.
Imagen: elconfidencial.com
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